La devoción comienza con las apariciones de Nuestros Señor Jesucristo, a una hermana, Sor María Faustina Kowalska, en la Congregación Hermanas de la Madre del Dios de la Misericordia, de Polonia a partir del año de 1931.
Nuestro Señor Jesucristo le habló a Santa Faustina, sobre la imagen de Jesús Misericordioso, con la inscripción: “Jesús en Ti confío”.
También le habla de la Fiesta de la Misericordia, que se celebra el primer domingo después de Pascua, y de la Coronilla de la Divina Misericordia, de la Hora de la Misericordia y de la propagación de la devoción a la Misericordia mediante su difusión.
Todo fue anotado, en el Diario de Santa Faustina, todas las promesas que Jesucristo ofreció a la Humanidad.
Pero la esencia de esta devoción, es la actitud de confianza hacia Dios, abandono en Dios que en la práctica significa el cumplimiento de su voluntad, tener Fe en sus mandamientos, en las bienaventuranzas, en los evangelios.
Y la segunda condición relevante de esta devoción, es la actitud de misericordia hacia el prójimo, que es lo que hace que la devoción a la Divina Misericordia no sea tan sólo una devoción, sino que exige la formación personal según la actitud evangélica del amor activo hacia los demás.
¿Cuales son las promesas a los devotos de la Divina Misericordia?
- Que no se perderá el alma, de quien venere la imagen de la Misericordia.
- Jesús dice: Quien se acerca a la fuente de vida ese día, (el Día de la Fiesta de la Misericordia) recibirá el perdón de todas sus culpas y penas.